martes, 13 de octubre de 2009

atardecer norte


el sol de la tarde se desenrolla sobre un horizonte cargado de verde
mientras una orquesta de sonidos mínimos aterrizan suavemente
sobre la plataforma de este tiempo
una particular naturaleza acecha plácidamente en torno a todo lo que respira
una briza con ansias de ser grande despeina marrones y ocres
dos colores se multiplican fractalmente hasta estallar en retinas dilatadas
de ojos desacostumbrados a tamaño reflejo
perros acechados y acechantes juegan el juego de la tarde
quebrando una quietud aparente y somnífera
un olor a humedad de adelanto de verano y a barro nuevo con azares de silencio
el corazón a contraluz se derrite de certezas apropiándose de un paisaje propio y ajeno
de un compartir también de pequeñas vibraciones y breves destellos
y un agua trashumante que esconde todos los secretos del mundo
lleva y trae nuestro propio fluir irreversible
mientras lejos de tierra firme vemos pasar por fin plácidamente una vida entera
justo ahí: cuando una isla decide llevarnos

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