martes, 28 de julio de 2009

Formosa es como un pedazo de tierra sin tiempo, un rincón colgado precariamente del mapa…

Es marrón y verde oscuro y amarillos muy pálidos y toda la gama de los ocres.

Está sucia, con mocos colgando, llena de piojos, descalza, media ciega, lampiña y lacia, desdentada, vestida de colores, de piel dura y oscura, de ojos grandes y negros.

Es de adobe y ramas y plásticos y todo lo que se encuentre es habitado, y todo lo habitado es encontrado.

Es monte, espina, bañado, palo santo y algarrobo, arcilla y arenal, chaguar al sol. Es ojos, animal salvaje y acechante, luna llena y desesperación.

Es olvido y fracaso, resistencia y obstinación, costumbre y cobardía, silencio y corrupción, ultraje y supervivencia, elección y castigo.

Es camino, cerrado más que abierto, poseado, intransitable, cargado de espinas, lleno de polvo y de vacas y burros y cabras y bicicletas, con surcos y huellas, con atardecer.

Es bañado, río desbordado, sequía, aguada temporal, agua estancada podrida sucia enferma, agua que da y que quita, ciclotímica y visceral.

Es charqui, coca, guardamonte y sombrero, caballo y faena, arrugas y más olvido. Es soberanía.

Formosa es una realidad paralela, una dimensión perdida y encontrada, un portal de activación interna, la conexión con todas las cosas, el aprendizaje de la superviviencia, la reafirmación de una vocación irrevocable, la conexión con todos los cuerpos, el afile de los sentidos, el rescate de miradas perdidas, la vuelta a la animalidad, la pretensión del camino, la osadía de encontrarte, lo ensordecedor del silencio, el adobe de nuestras paredes, la vibración perdida de algún pasado (y de todo el futuro), el polvo de lo andado, todo lo descubierto, el despertar de la pulsión, el regalo de otras lenguas y otros sonidos: la vida fragmentada resignificada herida de muerte huérfana sin hogar ni tiempo…y hambrienta de todo eso para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario